Gótico

Trono prioral

Silla prioral de Blanca de Aragón y de Anjou, hija del rey Jaume II y de Blanca de Aragón, que fue priora del monasterio de Santa María de Sigena entre 1321 y 1347. Se trata de un mueble de líneas sencillas que se encontraba situado en el coro de la iglesia, razón por la cual presenta todas las caras decoradas con pinturas.

La iconografía es de contenido heráldico y religioso, vinculado a la familia de la promotora. En la parte anterior del respaldo destacan las figuras de tres religiosas representadas de cuerpo entero, vestidas con el hábito de la orden de San Juan de Jerusalén –la central identificada con la priora–, mientras que en la parte posterior encontramos una representación de la Virgen de la Leche flanqueada por dos ángeles. En el resto del mueble aparecen varias imágenes de santos y santas, algunos de ellos relacionados con el devocionario propio de la casa de Anjou.

El trono de Sigena era un símbolo de poder y dignidad de la priora del monasterio ante la comunidad, a la vez que incidía en los conceptos de maternidad y sabiduría a través de su iconografía.

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Relieve del Pentecostés

Los retablos de piedra fueron uno de los géneros más característicos de la escultura gótica catalana trecentista y, en especial, de las tierras de Lleida. Entre 1360 y 1363, el escultor Bartomeu de Robió, el principal artífice de la Escuela de Lleida, ejecutó un retablo de alabastro dedicado a la Virgen María, que presidió, a lo largo de cuatrocientos años, el altar mayor de la Seu Vella de Lleida, la antigua catedral. Permaneció en su lugar hasta finales del siglo XVIII, cuando, convertida la catedral en cuartel, el retablo fue desmontado y dispersado.

El presente relieve, esculpido en alabastro procedente de Espluga de Francolí, representa el episodio del Pentecostés. El trabajo muestra un cuidadoso tratamiento de los rostros y del pelo, además de un gran dominio en la ejecución de los pliegues de la ropa, los cuales confieren corporeidad a los cuerpos. Ello nos indica que estamos ante la producción de un escultor singular, de altísima calidad técnica, que asimila los nuevos recursos plásticos y expresivos originarios del contexto artístico de la Toscana italiana.

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María Magdalena

Imagen de santa María Magdalena, de pie, sosteniendo un bote de ungüentos con la mano izquierda y un libro abierto en la derecha, elementos que se han convertido en sus atributos característicos. Es obra de Bartomeu de Robió, artífice del disperso retablo mayor de la Seu Vella –la antigua catedral– y principal representante de la Escuela de Lleida de escultura del siglo XIV. La imagen era la principal del desaparecido retablo de la antigua iglesia de la Magdalena, destruida en 1812 durante la Guerra del Francés.

La escultura presenta unas singularidades que le confieren un lugar predominante entre las producciones artísticas de la segunda mitad del trescientos en Lleida: la finura de los rasgos faciales, el cuidadoso tratamiento del manto que cubre la cabeza de la santa, así como la inusual y afortunada resolución a la hora de recogerlo en forma de nudo a la altura del pecho. Llama la atención, también, el contrapposto, u oposición armónica de las diferentes partes del cuerpo, recurso empleado en escultura para dar sensación de movimiento a la figura.

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Virgen con el Niño

La Virgen de Bellpuig de les Avellanes, tanto por su procedencia como por su calidad artística, se ha convertido en una de las imágenes marianas más emblemáticas del gótico catalán. A principios del siglo XX fue adquirida por el coleccionista norteamericano Charles Deering, que la guardaba en su residencia de Sitges, el palacio Maricel. Cuando retornó a Estados Unidos, Deering la regaló a su administrador, cuyos herederos la conservaron hasta el 2011. La obra se ha atribuido a Bartomeu de Robió, que llevó a cabo una virgen de factura delicada y ricamente vestida a juzgar por las joyas que le sujetan el manto, la corona con decoraciones florales que le ciñe el pelo y los escudos heráldicos que ornan la túnica. El niño sostiene un pajarillo con las manos, elemento que se ha convertido en característico de las vírgenes de la Escuela de Lleida.

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